El 2023 llega con una agenda electoral clave para América Latina. Argentina, sumida en una crisis económica de la cual no logra reponerse, elegirá al sucesor de Alberto Fernández. Paraguay, ante un escenario diferente a otros contextos electorales anteriores, capta la atención de todos los analistas por la alta expectativa que generan tanto La Concertación como la A.N.R.
Nos encontramos ante un proceso signado por una notoria incidencia estadounidense y hechos de violencia política, pero también por el surgimiento de candidaturas jóvenes y de avances valiosos, mediante las reformas legales electorales.
Nunca está de más recordar que las campañas electorales constituyen una oportunidad para que los candidatos expongan propuestas de soluciones y atenciones a los problemas propios de la sociedad. Sin embargo, el diseño de la campaña requiere indefectiblemente la investigación previa para identificar y reconocer las demandas del electorado. Es así que el trajín y las peculiaridades características de la disputa electoral en Paraguay hacen que en muchas ocasiones se pierda el fin último del proceso electoral, el de ganarse la confianza y captar el voto de aquellos que creen en la representación del candidato.
Los problemas de los distintos grupos que conforman la sociedad no tienen la misma dimensión para unos y otros. Es por ello que en el diseño de la campaña se necesita la mirada fina, analítica e interpretativa del profesional capaz de reconocer el significado de las demandas de cada grupo social, y de integrar las diversidades, generando propuestas específicas que alcancen mayor efectividad.
Lo que es un hecho es que el diseño de las campañas nunca más podrá realizarse sin perspectiva de género. La participación política de las mujeres en igualdad de condiciones es requisito indispensable para el funcionamiento de la democracia. Es una obligación y un desafío para todos los consultores asumir este compromiso.
Debemos aclarar que una campaña con perspectiva de género no pasa por solamente incluir mujeres en las listas, sino que ofrece los mismos recursos a candidatas y candidatos. A partir de ello, define los mensajes de las candidatas sin omitir la estrategia, buscando acercarlas a las experiencias de vida de los grupos de electores.
En atención al rol de los partidos políticos de fomentar la educación cívica y ciudadana, una campaña con perspectiva de género visibiliza las desigualdades de manera interseccional, aportando información a los ciudadanos y dotándoles de herramientas para analizar sus experiencias en relación a las desigualdades que afrontan e identificar aquellas propuestas que apunten a disminuirlas.
Si bien la oferta electoral cuenta con mayor cantidad de candidaturas de mujeres que en años anteriores, el camino por recorrer aún es largo y está colmado de obstáculos. Contar con recursos financieros e inclusive construir redes que fortalezcan el trabajo de campaña no es suficiente, ya que las candidatas enfrentan numerosas barreras cotidianas al interior de sus espacios como en los distintos escenarios que transitan a lo largo de la campaña.
El compromiso de diseñar campañas con perspectiva de género desafía a los profesionales, consultores y estrategas, a abandonar los estereotipos que encuadran, subestiman y estigmatizan a las candidatas. Para empezar, hay que dar el primer paso y, en este caso, el objetivo de superar estos estereotipos, nos exige apuntar a candidaturas con cualidades valoradas en relación al liderazgo político. De este modo, las candidatas podrán liberarse del double bind (feminidad/credibilidad) en torno a la construcción de su imagen, liderazgo y mensajes.
La democracia nos invita a repensar los compromisos que debemos asumir desde nuestros respectivos trabajos. Y en el mundo de la consultoría política el mensaje es más que claro: NO SIN MUJERES.